lunes, 4 de abril de 2016

Adiós a Chus Lampreave


Chus Lampreave fue una de las primeras y más genuinas chicas Almodóvar, aunque a menudo en sus películas hizo de abuela, y ha arrancado carcajadas con su humor natural, su capacidad para convertir en míticas las frases de sus personajes y, cómo no, sus gafas de hipermétrope.
Muchas de esas frases forman parte ya del patrimonio emocional de cualquier cinéfilo, como la de su celebrada portera cotilla de «Mujeres al borde de un ataque de nervios» (1988): «Yo soy testigo de Jehová y mi religión me prohíbe mentir».
Pero también el «Uy, se me olvidaba que soy diabética», que dice la terrorífica abuela de «¿Qué hecho yo para merecer esto?» (1984) o el «Cállate ya, cara de ladilla», que le espeta a Rossy de Palma en «La flor de mi secreto».
A Almodóvar le dijo dos veces no, en «Pepi, Luci, Boom... y otras chicas del montón» (1980) y en «Laberinto de pasiones» (1982). Y a la tercera fue la vencida. Su sor Rata de Callejón de «Entre tinieblas» (1983) fue su primer personaje con el director manchego. A partir de entonces, se hicieron inseparables.
Rodaron juntos ocho películas en total. Aunque no está en «Julieta», que se estrena esta semana, fue la madre de Eva Cobo en «Matador» (1986) y la tía Paula de «Volver»(2006). Con el personaje de portera hizo casi un género propio, en el que reincidió en «Hable con ella» (2002) y «Los abrazos rotos» (2009).
Fueron estos personajes los que convirtieron a Lampreave en una de las actrices más queridas por el público, a pesar de que siempre estuvo en segunda fila. Pero su carrera va mucho más allá, con más de 80 producciones de cine y televisión y una capacidad para seducir a los más grandes cineastas.

Su único Goya, como mejor actriz de reparto, lo obtuvo gracias a su doña Asun de «Belle Époque» (1992), la película que le valió el Oscar a Fernando Trueba, con quien también rodó «El año de las luces» (1986) y «El artista y la modelo» (2012).
Y con José Luis Cuerda formó parte del equipo de una de las comedias de culto de la filmografía española, «Amanece que no es poco» (1989), donde interpretaba la madre de Nge Ndomo, el único negro del pueblo.
Todo esto a pesar de que siempre dijo que no era una actriz vocacional, que lo suyo era la pintura. De hecho, estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, hasta que Jaime de Armiñán la «descubrió» y la introdujo en la televisión.
En el cine debutó con un pequeño papel en «El pisito»(1959) de Marco Ferreri. Con Berlanga rodó su mítica trilogía nacional, «Todos a la cárcel» (1993) y «Moros y cristianos» (1987). Fernando Colomo, Fernando Fernán Gómez, Santiago Segura o Antonio Mercero también se rindieron a su talento.
En los últimos años encontró un nuevo filón en la publicidad, eso sí, siempre con firma de autor: el anuncio de Campofrío dirigido por Benito Zambrano en 2014 o el de KH7 que filmó Juan Antonio Bayona, para el que recuperó sus clásicas gafas de aumento.
La echaremos mucho de menos. Descanse en paz.

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